La papa: más que un alimento, un producto cultural
Investigador expuso en Universidad de Alabama un estudio sobre la papa realizado en el centro poblado de Aymará, distrito de Pazos (Huancavelica).
Para el antropólogo y docente investigador de la Universidad Nacional del Centro del Perú (UNCP), Juan Carlos Cóndor Ames, la papa no solo es un alimento básico: es un símbolo cultural profundamente enraizado en la identidad peruana. Sostiene que la papa está presente en nuestras actividades económicas, gastronómicas y en nuestras formas de convivencia.
Condor Ames ha dedicado buena parte de su carrera académica a estudiar este tubérculo milenario. Su cercanía con este alimento no es solo profesional, sino también personal. El antropólogo proviene de Ulcumayo (provincia de Junín), una zona productora de papa por excelencia, donde desde joven ha estado vinculado a las labores agrícolas y a las dinámicas sociales que giran en torno a este cultivo.
Otra experiencia decisiva que lo motivó a investigar este producto fue una visita al Instituto Smithsoniano en Washington D.C., donde observó con emoción una réplica de la papa en la sección de alimentos perdurables del mundo, junto al maíz.
Una de sus últimas investigaciones que gira en torno a la papa como producto cultural, realizada en el centro poblado de Aymará, distrito de Pazos (provincia de Tayacaja, región Huancavelica), lo llevó a convivir estrechamente con los agricultores, al punto de convertirse en “compadre” de muchos de ellos.
Los hallazgos de este trabajo los expuso en quechua huanca, en la Universidad de Alabama, Estados Unidos.
Juan Carlos Cóndor Ames dice que más allá de su importancia alimentaria, la papa también ha sido un motor de desarrollo regional. Resalta la formación de corredores económicos en torno a su producción, como los de Ulcumayo, Pazos y Colcabamba (Huancavelica). “La papa ha tejido redes de comercio, pero también de solidaridad y cultura”, afirma.
Alerta que actualmente la producción de este tubérculo en el Perú enfrenta el problema de que los jóvenes ya no quieren saber nada de la agricultura porque lo consideran poco rentable.
“He recorrido más de 40 años en moto por la costa, la sierra y la selva y he podido observar que hay una clara desatención hacia la agricultura por parte de las familias. Ya ni siquiera quieren heredar las tierras ni continuar con el cultivo de productos como la papa, que ha sido tan tradicional en la agricultura peruana”, sostiene.
Para enfrentar este abandono, propone que las universidades asuman un rol activo mediante una auténtica proyección social, transferencia tecnológica y apoyo directo a los campesinos. Esto implica acompañarlos en la solución de problemas concretos como el control de plagas, el manejo adecuado de los suelos y la mejora de cultivos, fortaleciendo así la productividad y sostenibilidad del campo.
Para enfrentar el abandono de la agricultura, propone que las universidades asuman un rol activo mediante una auténtica proyección social, transferencia tecnológica y apoyo directo a los campesinos, ayudándoles a resolver problemas como el control de plagas, el manejo de suelos y la mejora de cultivos.